Israel después de Mubarak

11/Feb/2011

Iton Gadol, Amos Harel

Israel después de Mubarak

Por Amos Harel 10.02.2011
La perspectiva israelí de los eventos que tienen lugar en Egipto es bastante diferente a aquellas que se pueden encontrar en los países occidentales. Es más probable que Estados Unidos y Europa apoyen la remoción de un gobierno que niega las libertades básicas a sus ciudadanos, ya que la preocupación principal de Israel es que los disturbios tengan implicaciones de seguridad regional. Si colapsa el régimen de Hosni Mubarak, esto podría poner en peligro los acuerdos de paz que tiene Israel con Jordania y Egipto, los principales apoyos israelíes después de Washington. La nueva realidad en su frontera sur también podría requerir de cambios militares y esto pondría una carga extra en la economía israelí.
Las ramas de liderazgo y seguridad de Israel se han estado debatiendo por descifrar las políticas de Estados Unidos hacia Medio Oriente. La sorpresa del discurso de Obama en El Cairo, en 2009, ha sido reemplazada por el asombro de lo rápidamente que EU ha abandonado a su viejo aliado. Tal como Jimmy Carter cuando colapsó el régimen del sha, en 1979, Obama está titubeando entre apoyar a un socio dedicado y la inclinación estadunidense básica de apoyar una lucha popular por la libertad. Como Carter, un demócrata, Obama escogió la segunda opción. Jerusalén tiene reservas sobre la tendencia estadunidense a ver los eventos en El Cairo como a una versión árabe de las reuniones del té de Boston. En Medio Oriente, generalmente la gente prefiere el café amargo.
Israel sospecha que detrás de los ciudadanos comunes que protestan por la situación económica y el fraude electoral está representado un nuevo orden islamista. La Hermandad Musulmana todavía no maneja las cosas, pero sigue siendo la única fuerza organizada dentro de la oposición egipcia. Israel cree que, si cae Mubarak, será la primera en explotar la confusión y tomar el poder.
Aunque la Hermandad ha amenazado con retirarse de las conversaciones, a Israel le sigue preocupando que pueda salir victoriosa. Hay un precedente fresco que está grabado en la memoria israelí: en enero de 2006 se sostuvieron elecciones parlamentarias en los territorios palestinos. La victoria de Hamas alentó a su toma de la Franja de Gaza en junio de 2007. En el presente Gaza está controlada por un régimen islamista radical, mucho más represor que el régimen de Mubarak —y, por supuesto, muy hostil con Israel.
En el caso de que Hosni Mubarak sea derrocado habrá consecuencias serias para Israel y la tranquila cooperación que sostiene con Egipto. También podría llevar al deshielo de las relaciones entre Egipto y el gobierno de Hamas en la Franja de Gaza. Lo anterior podría dañar el estado de las fuerzas internacionales de conservación de la paz en Sinaí y llevar a la negativa de permitir el movimiento de las embarcaciones militares israelíes por el canal de Suez, que son utilizadas como un elemento disuasivo contra Irán, al igual que para combatir el contrabando de armas del mar Rojo hacia la Franja de Gaza. Si un gobierno radical gana el poder, es probable que haya un congelamiento en la ya fría paz con Israel.
Para el ejército, esto requerirá de una reorganización. Han pasado más de 20 años desde que se tuvo que preparar para enfrentarse a una amenaza real de Egipto. Nadie ha planeado nada para un escenario en el cual, por ejemplo, Egipto se identifique con Hamas en el caso de un ataque israelí a la Franja de Gaza.
El acuerdo de paz israelí-egipcio permitió una reducción en el despliegue de fuerzas y en un desvío de los recursos hacia metas sociales y económicas, asistiendo a la recuperación económica a mediados de la década de 1980. Es demasiado pronto para llegar a alguna conclusión, pero parece que si el régimen de Mubarak colapsa, el péndulo alcanzará el otro extremo, e Israel tendrá que preparar a su ejército para un escenario del peor caso.
Después de ese primer fin de semana turbulento en El Cairo, Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel, les pidió a sus ministros que no hablaran del tema debido a que es muy delicado. Pero advirtió contra el hecho de que un régimen islamista radical tome el poder. Lo último que necesitaba Mubarak era un abrazo de Netanyahu —pero aún así lo obtuvo. Cualquiera que estuviera observando las transmisiones desde Egipto pudo escuchar a los manifestantes repitiendo palabras de hostilidad contra Israel. Cuando Mubarak anunció el nombramiento del ministro veterano de inteligencia, Omar Suleiman, como su vicepresidente, Al Jazeera se apresuró a transmitir fotografías de Suleiman con altos funcionarios israelíes. El pie de foto era claro: el posible heredero es un agente israelí.
Dentro de Israel la revolución egipcia será interpretada como una victoria ideológica para aquellos que advierten en contra de las concesiones territoriales, aun como parte de un acuerdo de paz amplio. Ahora, mientras El Cairo se sumerge en una transición insegura, hay una gran interrogante que rodea al destino del viejo acuerdo de paz con Egipto. La conclusión de la derecha está clara: mientras sus vecinos estén bajo la amenaza constante de un golpe de estado islamista, Israel no debe correr riesgos innecesarios.
Amos Harel es comentarista militar del periódico israelí Haaretz.